Doña Guadalupe

Sobre Nosotros

En nuestra ubicación privilegiada en Osuna, desde 1978, hemos fusionado tradición y modernidad en nuestra cocina. Este legado, iniciado por nuestros abuelos, ha sido nuestra guía a lo largo de cinco décadas. Nosotros, como familia, continuamos honrando este patrimonio, comprometiéndonos a brindar platos que reflejan la rica cultura gastronómica de nuestra región.

Doña Guadalupe es un establecimiento con un ambiente cálido que no necesita de una chimenea para hacer sentir a sus visitantes como en casa desde el momento en que cruzan su puerta. Decorado con un estilo hogareño que incluye piezas de cerámica, cuadros, y recuerdos taurinos, el comedor ofrece una sensación de familiaridad y cercanía, reforzada por la hospitalidad de los hermanos Luis y Eduardo Porcuna, quienes atienden personalmente a los comensales.

El restaurante se distingue no solo por su acogedora decoración sino también por su compromiso con la calidad, ofreciendo pan caliente acompañado de aceite de oliva virgen extra y aceitunas aliñadas, reflejando la tradición culinaria local. La carta, una compilación de clásicos de la cocina española, cuenta con una variedad de platos y tapas que incluyen desde ensaladillas rusas y croquetas hasta guisos más elaborados como las espinacas esparragás y el arroz con perdiz, un plato que resalta por la jugosidad de la carne y la perfección de su preparación.

La historia del restaurante se remonta a 1978, cuando fue inaugurado por Luis y Eduardo Porcuna con el apoyo de sus padres, Luis Porcuna y Ángeles Chavarría, ambos con una rica experiencia en el sector hostelero. Ángeles fue la primera cocinera del restaurante, pasando luego el testigo a sus hijas. A lo largo de los años, la familia Porcuna ha logrado transformar un modesto establecimiento en un referente gastronómico que puede acoger hasta 200 personas, ofreciendo una experiencia culinaria auténtica en un espacio que combina tradición y hospitalidad.

En doña Guadalupe no hace falta que haya chimenea para que sientas el calorcito desde que entras en el establecimiento. El comedor que está junto a la entrada parece el salón de una casa de bien decorado con piezas de cerámica, cuadros, un aparador con fotos, ropas de toreros insignes cuidadosamente expuestas en urnas de cristal y hasta una gitana bailando en escultura. Los hermanos Porcuna, Luis y Eduardo, atienden al público con unas chaquetas de punto azules…como en confianza. En el comedor todos se saludan, parece que son viejos conocidos de la casa.

La carta de doña Guadalupe es un tributo al clasicismo, con platos que van desde la sopa de picadillo y el escalope con patatas fritas, hasta especialidades como el cocido ursaonés y el San Jacobo. Este enfoque hacia lo tradicional se extiende a su bodega, cuidadosamente seleccionada para complementar la experiencia gastronómica. El restaurante también destaca por su repostería, con postres como el flan de naranja sobre fondo de arroz con leche, demostrando la maestría y el amor por la cocina que caracteriza a doña Guadalupe.

Finalizar una comida en doña Guadalupe significa más que simplemente disfrutar de buenos platos; es sumergirse en una tradición familiar que celebra la cocina española en su forma más auténtica y hospitalaria. Los hermanos Porcuna se aseguran de que cada visita sea memorable, ofreciendo un servicio que va más allá de lo culinario para crear una experiencia de cercanía y calidez que invita a regresar.

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